Reflejo de mis sensaciones de papón a lo largo de mi vida
viernes, 28 de marzo de 2008
Recuerdos de la juventud
jueves, 27 de marzo de 2008
Recuerdos de la adolescencia
El trono que se puso es, en mi modesta opinión, uno de los más bonitos que hay en la procesión de los Pasos. Hoy en día puede seguir viéndose en La Flagelación (el trono de debajo de los dos superpuestos) y que no estaría mal que cuando se quitase de este paso nos lo volvieran a poner. Desde que nos lo cambiaron en el año 1992 no se ha vuelto a acertar con los tronos de nuestro paso.
Esta morriña también pueda estar motivada porque fué con este trono con el que pujé por primera vez, con dieciséis años. De aquella estaba apuntado como bandera suplente -qué mal se llevaba la dichosa bandera con viento- y mi padre me dejó un rato en su sitio. Las sensaciones fueron encontradas, peso, dolor, satisfacción, orgullo. Recuerdo que tenía que tener mucho cuidado con los pies porque el sitio de mi padre era al lado del tentemozo.
También tenemos que recordar que la Crucifixión llevaba las figuras de San Juan y la Virgen antiguas (incorporadas al paso en el año 1928; algún año se sacó también la efigie de María Magdalena del paso del Descendimiento de Minerva, aunque no dispongo de imágenes gráficas), de serie (ver artículo en la Horqueta Digital, sección Un Brazo Libre sobre "Imágenes de Serie. Un arte menospreciado" de Emilio Campomanes), que tenían un peso inferior, y que se arrinconaron, prestaron, destartalaron, recuperaron, procesionarion (la Virgen pujada por hermanas de la Cofradía de Angustias y Soledad) y se guardaron. En la reunión previa de los braceros de esta Semana Santa se sugirió que con motivo del centenario de la incorporación del Cristo a la Procesión (1908) se volvieran a sacar las imágenes, si era posible. Creo que no se atrevieron a ello porque si las llegan a poner no volvemos a dejar que las quiten.
En esta época también empecé a ayudar a Elifio (q.e.p.d.) con la pértiga para levantar los cables al paso de la Cruz. Por mucho que digan en algunos mentideros sobre su procedencia, la pértiga de la Crucifixión la hizo Elifio con barras de cortina de su tienda (antes las hizo de madera, pero se partían). También le puso la gala de su bolsillo. La pértiga es muy ingrata, aunque estuve con ella de ayudante durante diez años. Hay momentos en la procesión de mucha actividad, pero en otros vas cargando con ella, a la fila, oyendo a los niños de las orillas preguntando ¿para qué sirve ese palo tan grande?; puedo asegurar que he oído respuestas de las más dispares, hasta que sirve para castigar a los niños que no se portan bien. Es también ingrata porque no se valora realmente el trabajo que se hace; hay que montar, subir, elevar el cable, bajar, desmontar, correr hasta el siguiente cable ... En algunas ocasiones llegamos a pasar por debajo del paso debido a la estrechez de las calles.
Afortunadamente hoy han quitado gran parte de los cables que dificultan el paso de la procesión, aunque sigue siendo imprescindible en algunos tramos del recorrido. Como chascarrillo, comentar que la pértiga montada tiene la misma longitud que la parte alta de la cruz del paso puesto a hombros.
Este año me han vuelto a encasquetar la pértiga en la calle Ordoño. Nadie quería llevarla así que, como el suplente que puse a pujar tenía cara de poder solo con el paso, decidí que él podía perfectamente meter el paso en Santa Nonia y yo podía recordar viejos tiempos. Cuando llegamos a la calle de la Rúa eché mucho de menos a Elifio; era un tío muy simpático que se quedaba con todo el mundo y que animaba mucho el cotarro. Su familia sigue pujando en el paso. Con un poco de suerte logramos levantar todos los cables y el paso pasó bien, aunque mi sensación volvió a ser de ingratitud, ¡cómo en los viejos tiempos!.
miércoles, 26 de marzo de 2008
Recuerdos de la infancia
Mi padre nos metió a mi hermano y a mí en el ajo semanasantero, únicamente en una Cofradía (no como suele ser habitual en estos lares) y no como muchos presumen de ello "desde que nací". Mis padres no se podían permitir pagar la cuota anual, por lo que hasta los once años no me hicieron papón, lo cuál no quiere decir que no saliese en la procesión. Entre mi madre y mi abuela me confeccionaron una túnica "de los negros" y con un emblema de los que bordaba mi tía Teresa y que había en mi casa, allí que este "paponín" de cuatro años apareció de la mano de su mamá en la Plaza Mayor, a arrimarse al Paso de la Crucifixión. Mi padre, que ya no procesiona, y que me había hecho mi cruz en su trabajo, me puso a la fila detrás de la bandera y me hizo notar que aquello no era un carnaval, por lo que debía mantener la compostura.
Evidentemente tengo pocos recuerdos de esos años. El primer recuerdo que se me quedó marcado a fuego en el alma fué en el año 1982: Aquel año decidí que quería salir en la procesión del Pregón del Lunes Santo (todavía era la procesión del pregón y sólo salía el paso del Nazareno con las Cofradías de Angustias, Minerva, JDO, Santa Marta, Siete Palabras y el Perdón) y allí que me planté con mi túnica y mi cruz. Grave error. Aquél año hizo un frío que pelaba y este "paponín" cogió unas anginas de espanto, por lo que el Viernes Santo me tuve que quedar en la cama con fiebre. Ese año nevó, pero la procesión salió a la calle con todas sus consecuencias.
Decidí, después del terrible berrinche, que sólo dedicaría mis esfuerzos a una sóla procesión, y desde entonces lo sigo manteniendo con rigor, al igual que mi hermano.
De por aquella los pasos no eran los mazacotes que son ahora. Como mucho había entre 20 y 40 braceros por paso. En esta foto aparece el San Juan con tres varas y dos braceros por vara. No se recargaba en exceso de flores (me parece que los adornos los hacía "Flores Sabadell") y las filas de "paponines" eran eternas. Tampoco recuerdo que se llegase tan mal a Santa Nonia como se llega ahora, ni que cada dos pasos fuese una banda de música, sino algo más coherente. Sí recuerdo que existían los monaguillos, que llegaban en autobús a la salida formando una algarabía tremenda, y que los escoltas llevaban el fusil (el antiguo Cetme C) a la funerala. Recuerdo la cara de satisfacción de mi padre y de mi hermano y de todos los braceros de la Crucifixión después de pujar.
Hace mucho tiempo que no veo caras de satisfacción al terminar la procesión ...